General, Poesía

Mujer forjada entre solitarias gaviotas
recogiendo el viento en su memoria.
Eres de luz como el sol de invierno
y brillante como la espuma de las olas.

Tienes miedo de perder la sonrisa
y se hacen tus labios celda de rosas:
barras de miel y pétalos de metal,
eres tú la presa que en la noche llora.

Se escapa por tu ventana el olor rojo
que define cada atarceder de tu vida.
Sal y carne, hoy pasta fría en remojo.

Creas mundos increíbles, princesa azul,
en lo cotidiano de tus manos, de tu pelo;
cada mañana, ante el espejo, ésa eres tú.