La plaza de los artesanos

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Centro comercial La Vaguada. Mi barrio… Uno de los primeros centros comerciales de España. Quizás por ser de esos era diferente; antes tenía fuentes que caían de un piso a otro, paredes de losas de piedra, un mercado “a la antigua usanza”, etc… Cesar Manrique dejó algo de sus Canarias cuando lo diseñó. Además desde la apertura hubo un pequeño espacio donde los artesanos tenían sus tiendas y vendían mientras producían: cadenas de plata, relojes, cajas de música, bolsos, muebles de madera, etc… Pues bien, uno se entera por boca de la prensa (aquí y aquí) de que la dirección de la Vaguada no renueva el contrato a los artesanos. Las cosas se empezaban a ver cuando hace un par de años hicieron obras quitando las cosas que habían hecho característico al lugar.

Lo supe esta semana y ayer fui a verlo… No me lo podía creer; siempre había alguien que te aconsejaba sobre el típico regalo que no terminas de encontrar, o alguien que te recomendaba sobre cómo decorar algo. Una de esas tiendas se llamaba Tábula… Ayer fuí con un par de amigas y el panorama era desolador; para echarse a llorar. Muchas imágenes me impresionaron, pero dos se quedaron en mi retina:

  • Los carteles de “Se vende mobiliario por cese de negocio”
  • El pintor que hacía cuadros a partir de fotos carnet, un lienzo a medias y la mirada perdida

¿Acaso no producía negocio? Yo siempre veía a gente comprando cosas. Los comerciantes dicen que no es que no hayan cedido a un nuevo contrato, sino que el centro ni les ha preguntado. Las malas (y seguramente ciertas) lenguas dicen que tras esto está la “subvención” de alguna gran cadena de tiendas; seguramente de ropa (que son el cáncer de los centros comerciales).

Andando entre las tiendas era dificil que se escapara alguna lágrima; era el último día de comercio y la tristeza y la resignación se veía en las caras de los comerciantes. Estában de saldo. Además de las típicas cosas de menos de 15€ para regalo había muebles, figuras de medio metro, … Todo hecho a mano y a precios superiores de 200 €, que los valían. Esas cosas se vendían cada mucho tiempo, pero estaban ahí también como símbolo del trabajo. Pues ví vender un mueble de madera de unos 40 cm de alto por 20€, una silla tallada de madera por 30€, un baúl grandísimo por 50€…

Odio el capitalismo salvaje, que más allá del fomento de la creatividad crea lobbys para destruir cuanto se pone por su paso con tal de ganar unos euros más… La tienda que abra tras la Plaza de los Artesanos quizás se convierta en foco del odio de la gente que detestamos esta forma de vida: el comercio con las ideas, las personas y las ilusiones. Antes podía incluso presumir de tener un centro comercial distinto al lado de mi casa, hoy es ya una basura más.