Calle melancolía
por la ciudad camino, no preguntéis a dónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto,
por las calles ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable.
El barrio donde habito no es ninguna pradera
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle melancolía,
quiero mudarme hace años al barrio de la alegría,
pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía.
En la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido
que viene de la noche y va a ninguna parte.
Así mis pies descienden la cuesta del olvido
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa enciendo un cigarrillo
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama.
Me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama,
Trepo por tus recuerdos como una enredadera,
que no encuentra ventana dónde agarrarse.
Soy esa absurda epidemia que sufren las aceras.
Si quieres encontrarme ya sabes dónde estoy
Vivo en el número siete, calle melancolía,
quiero mudarme hace años al barrio de la alegría
pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía.
En la escalera me siento a silbar mi melodía.
Joaquín Sabina
Siempre me recuerda a Walking Around, de Neruda