Lavadoras y Huffman
El mundo del adulto actual es extraño. ¿Por qué yo, que me considero medianamente inteligente, me siento abrumado ante las opciones que me ofrece una simple lavadora?
Cada lavadora que uso me obliga a aprender cómo funciona. ¿Por qué? En la actual ya he aprendido que hay que girar la rueda al 4, poner el detergente en el cacito de enmedio, y el suavizante a la derecha, y dar al botón que está más desgastado. ¿Por qué si siempre hago lo mismo y la ropa sale limpia tengo tantas opciones ante mí?
Esto es, claramente, un error de diseño. Se dice, se comenta, que cada vez hay lavadoras con más funciones y más sencillas de usar. No, no me lo creo, so sorry. Seguro que tienen una interfaz rara. Yo lo que quiero es una lavadora con un cazo grande en el que ponga “detergente”. O mejor aún que tenga un círculo que también aparezca en la tapa del detergente; y lo mismo con el suavizante (sólo que ahora un cuadrado, o un dos, o un símbolo de bajar volúmen, lo que sea). Y luego un botón grande, y a ser posible en el que aparezca una cara sonriente, que sea para lavar. Y punto, prou, ya. Para el usuario avanzado quizás puede haber una puertecita, en la que esté la tan manida rueda, y esos otros botones.
¿O acaso al lado de la manzanita de tu Mac o tu botón Inicio aparece un icono para activar el DMA del disco duro?
Apliquemos, por ejemplo, la codificación Huffman, que asigna códigos con menos bits a los símbolos más frecuentes. Sí, suena freak, pero es lo que hay que hacer. ¿O acaso tu radio del coche tiene 30 botones? Oh wait.