Comuniones, qué asco
Es mayo, época de alergias y comuniones, ¿o quizás es que tengo alergia a las comuniones? Estoy viendo en la tele en directo la retransmisión desde una comunión. ¿Qué le han regalado al niño? Una PS3, una PSP, un equipo de música, etc, etc.
¿Y los mayores? Disfrutando de una comida cara, ataviados (como una decía) con buenas vestimentas para lucirlas, y haciendo el payaso… Vamos, como en una boda.
Consumismo, consumismo y más consumismo. La comunión ya no es sólo mantener inscritos a la fuerza a los niños en la mayoritaria secta católica, sino que ahora también es la fiesta de introducción en el capitalismo y el “malcriadismo”, donde se les da todo lo que quieren, ese día son “los más especiales” y yo qué sé más. Y los adultos banales como niños pequeños mientras los niños obtienen bienes cuyo coste sobrepasa al sueldo de los mileuristas.
Qué repugnancia, por favor, qué repugnancia. El deshacerse en gastos superfluos el día en que el niño entra en un credo en el que en principio se valora la austeridad. ¿Para cuándo una fiesta de celebración del ateismo, la austeridad y la excelencia en aquellas cosas a las que uno se dedica?