Rentrée à Espagne
Pues sí, no hubo mucho tiempo para escribir desde tierras francesas, porque todo ha sido muy intenso; sin parar de ir de un lado para otro y almacenar experiencias en mi cabecita para ahora, más tranquilamente, dejarlas reposar.
Francia sigue siendo especial, con sus pros y sus contras; en concreto he estado en Normandía, en Rouen, una ciudad (que esperaba muuucho más pequeña) y me ha sorprendido por la cantidad de fiesta y la calidad de esta. También me ha sorprendido lo “sueltas” que están las francesas cuando beben un poco, comparado con su estado de sobriedad. En España no hay tanta diferencia, somos más normales en ambos estados.
Tengo un sentimiento raro, estoy muy a gusto aquí pero en el fondo envidio mucho a mis 3 amigos que están allí de Erasmus; han conocido a gente fantástica (lo he podido comprobar), con muchas cosas que contar y mucho buen rollo
Y París… ¿qué decir de París? Sigue siendo tan mágica como siempre lo ha sido; y eso que esta visita ha sido más fugaz que de costumbre; pero mucho más acogedora que el resto ya que me alojé en casa de una amiga que ya conocía de antemano, y no como el resto de veces. Esa casa me ha dejado algo por dentro; es un lugar fantástico y un rincón muy tranquilo y lleno de vida.
Conocí Montmartre y me pareció que la calle que sale de la placita en la que desemboca la Rue Lepic es la más bonita que he visto nunca en Europa, rivalizando con alguna de las que ví en Cuba. No me refiero a edificios monumentales ni a caros productos en los escaparates, sino a una vida maravillosa ahí dentro. Creo que ahora entiendo un poco más lo de “Amélie de Montmartre”.
Y la vuelta, triste, muy triste, de regreso a una rutina a la que no le tengo ninguna gana y a la espera de que las Navidades me traigan algo especial; de cerca, o de lejos.