Hojarasca urbana
Hay días de esos en que no quieres pensar, que quieres que pase el tiempo, despacio o rápido, da igual, es lo mismo, pero que pase, que pase ya. Como el soma de “Un mundo feliz”.
En esos momentos no quiero oir música lírica, con letra que pueda entender; quiero dejarme llevar por un ritmo, por sintetizadores que me evoquen la nada, que me silencien el cerebro. Lo repito, no quiero pensar. La música electrónica me llena del vacío que necesito. Como si cada mínima relación con el mundo humano (incluso conmigo mismo) pudiese desequilibrarme y ponerme a vomitar las cosas que quizás llevo guardando dentro mucho tiempo.
Quiero que se acabe la fase, que se olviden las hojas de los árboles que ya han caido al suelo, y se pisan una vez, y otra vez, y otra más. Lo malo es que ahora falta tiempo hasta que vuelva a haber hojas en los árboles.