Música instrumental
La magia de la música instrumental no radica en ser compleja sino en conseguir simplemente con la melodía (sin mezclarlo con otras artes como sucede en la música con letra cantada o sintetizada) que hagas algo tuyo sin que antes formara parte de tí… Es lo que viene a denominarse transmisión de información.
Supongo que el contexto tiene bastante que decir en todo esto; y digo supongo porque no soy capaz (por mucho que lo intente) de ponerme en la piel de un extraterrestre que escuche lo que estoy escuchando ahora, alguien que adolezca de lo que para mi objetivo me sobra: todos los estímulos que he tenido desde que nací y que comparto con una gran masa de gente.
Me encanta que cierta música me provoque imaginar y sentir un habitáculo cuadrado, con suelo y sillas de madera, donde comparten aire marineros cincuentones y jóvenes muchachas con ilusiones diferentes. Un lugar donde hay humo y huele a alcohol, donde hay miradas basadas en años de relación que dicen algo… Escucho The Wedding Jig, una música tradicional irlandesa.
Simplemente con un click me imagino un lugar verde, callado, donde la vida florece lenta pero constante. Siento un río a mi lado en el que fluye un torrente ameno y fluido; los árboles crepitan de tranquilidad. De pronto un golpe de viento avisa de que, a lo lejos, una bandada de mariposas se aproxima… Ese mismo viento hace que los árboles otrora calmos comiencen a crujir de entusiasmo. Yo me preparo. Y las mariposas llegan llenando de vida el aire y haciendo más verdes aún si cabe las hojas de los árboles y más fluido el río, que de repente parece sufrir un orgasmo. Las luces cambian de forma aleatoria, mágica. El mismo viento que con su llegada provocó todo esto con su marcha consigue que todo vuelva a la calma pero deje en mi mente los posos de todo lo que ha sucedido, y me haga pensar en ello. Escucho el Cánon de Pachelbel.
La música es magia y mágicas son las sensaciones que nos provocan. También es mágica la música que consigue que me acuerde de tí.