Te encontré anoche
exiliada de la luz que nubla mis ojos en la vigilia;
te encuentro de nuevo en sueños, igual que siempre,
como la nube que abraza a los aviones que cruzan el Atlántico.
Te encuentro fumando mientras desprendes un olor a gominola:
naranja, verde, amarillo y un cítrico sobre los pliegues de tu falda.
Cuidando de que cuide con cuidado a aquellos que me cuidan
consigues que sonría, cada mañana de mi sueño, cada beso
con que me llevas hacia tí, encamado en tus manos.
Te encuentro contándome que los sueños se cumplen,
que no hay ADN incapaz de ser reproducido en la Tierra
donde los sueños te cogen la mano sin robarte ilusiones.
Eres tan mía que espero que no seas yo mismo.
Te encuentro mirándome; me haces sentir como un astro
eclipsándose su propia cara oscura, porque habrá día para aquellas
ansias ocultas de la luz que hace que florezca de día y gire de noche.
Te encuentro a mi lado, de repente en un sueño, de repente,
porque te llevo dentro y no quiero perderte.
Te encuentro sin buscarte, porque me ayudas a amarme.