Bienvenido al pasado, 2005
Como un papel cayendo a un río tranquilo se nos escapa ya el año. Ya no tendremos al alcance de la mano las letras que escribimos en él, sólo aquel que las haya guardado en su memoria podrá hacer de ellas una construcción melancólica, o no… El pedazo de celulosa sigue cayendo con una dirección básicamente vertical y en sentido hacia el centro de la Tierra; pero también hay una componente medio aleatoria medio determinista, como las sacudidas de dos cuerpos a punto de ser recorridos por un orgasmo.
Todos los despertares son confusos, pero este quizás algo más: parece como si fueras ese año que ya se deshace dentro del río. El cambio de impedancia del aire al agua no permite que oigas más que sonidos graves de tono y sentido. Cierra los ojos dice tu cerebro, ciérralos. Haces caso y empiezas a oir tonos distintos, timbres infantiles: campanas milimétricas y perfectamente afinadas.
Cuando ha pasado un tiempo impreciso abres los ojos con una sonrisa, tu cerebro ya no habla; no hay nadie a tu lado; nubes en la ventana, grises como un cuadro pintado con ceniza reblandecida; bienvenido 2006, te queda un año de vida…
Escucho Hufupukar de Sigur Rós