Grupos sociales
Los medios de comunicación han evolucionado mucho desde su invención y la forma de interrelacionarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes. Hoy en día yo veo dos grandes bloques de medios de comunicación: los medios de masas y los específicos.
Por un lado los medios de masas cultivan y se autoflagelan con un conocimiento generalista, que requiere muy poco conocimiento para entrar en su círculo. Se basan en unos conocimientos instintivos como la envidia o el “marujeo” con el que intentan que la gente se sienta identificado. Entrar en el círculo de los medios generalistas es una anestésico social: si hablas de Gran Hermano no eres un marginado.
Poniendo la otra cara del disco vemos que hay otros medios, llamémosles específicos, que fomentan la conexión entre conocimientos marginales, esos que los medios generalistas dan de lado por estar regidos por audiencias, que no permiten poner barreras de conocimiento.
Históricamente estos últimos han sido revistas especializadas, boletines científicos, asociaciones de historiadores, biólogos o matemáticos… Hoy en día Internet acoge a todos estos grupos de, llamémonos, frikis. La anestesia social ha llegado también al conocimiento marginal.
De esta pequeña especulación sobre grupúsculos sociales encuentro a tres grupos de personas:
- Alguien que pertenece a ambos grupos, coexiste en los dos. No deja de lado los conocimientos genéricos pero también se interesa por alguna que otra cosa que le parece interesante.
- Alguien con conocimiento cuasi total sobre un area determinada y al que sí podríamos llamar friki, con cariño eso sí. Para él su area de interés es su vida, y tradicionalmente este tipo de personas ha estado recluida en su laboratorio, casa con alambiques o lo que sea particular.
- Alguien que pertenece a la gran mayoría, a la masa no crítica, a ese conocimiento burdo, simple e incluso animal.
Y ahora, ante el nuevo panorama mundial de intercomunicación total yo me planteo ¿cómo evolucionarán estos grupos? Se mezclarán, o quizás alguno desaparecerá, tristemente. Cuanto menos los porcentajes cambiarán porque unos se alimentan de los otros, y los otros de los unos. Y el grupo quizás no más culto pero sí más inteligente, el número uno, vive ahí en medio conviviendo con unos y otros y riéndose de los que, siendo de uno, quiere parecer de otro, léase gafapastas. o intelectualoide. Todo es bueno hasta que rozamos lo excéntrico (siempre y cuando no sea eso lo que buscamos ser, que también es válido); el problema es que la frontera del excentricismo nunca es clara.