Flores muertas
como si el conocimiento humano tuviera dientes
que rasgan las diminutas bolsas de aire
que alimentan las puertas de mi mente.
Ojos perdidos, empotrados en cadáveres desorientados,
caminando en un día de sol negro y nubes
que explotan como racimos de fluidos congelados
derritiéndose sobre los cráneos de los hombres.
Armónicos negativos de sentimientos se imbrican
en cada uno de los pasos hacia nuestra muerte.
Cada adoquín que pisas es la tumba de un sueño
y cada parpadeo un brotar de sangre caliente.
Sin el cristal polarizado, sin ver sonrisas en tu cara,
sin oir más que llanto en los vientres que germinan…
Viendo podredumbre en cada gota de semen
y flores muertas de raiz uterina en cada vagina.
Abstraemos la realidad imperfecta con aproximaciones numéricas perfectas. Herramienta que nos sirve para llegar a ver que todo en realidad son números fríos. Eso sí, con una componente aleatoria. Estamos perdidos, a no ser que busquemos no más que nuestras propias abstracciones.