Pensar
Hay un montón de cosas que hacer en este mundo. Rodeados de noticias, de adoquines, de información. A veces tengo la sensación de que hemos ido creando un mundo en el que el gran olvidado somos nosotros mismos.
Cada vez las persona pasamos menos tiempo pensando; no sé si es algo bueno o malo, pero ahí queda. En el metro muy poca gente está sin hacer nada: lee, escucha música, usa el móvil, la PDA… Otros duermen.
Pero todo es insignificante, inocuo… Sí, esa es la palabra, la rutina en el primer mundo acaba por ser inocua… No te trata mal, no deja huella en tí ni deja que la dejes en nadie; vivir así no duele. Y el dolor viene con el ser humano, es un mismo pack. Es muy fácil pasar por la superficie de la vida, patinando sobre hielo como dijo alguno: aunque te resbales siempre habrá un suelo liso y perfecto que te recibirá. Como la matriz materna.
Recuerdo una ciudad, Annecy, cerca de los alpes franceses. Me horrorizó el darme cuenta de que era lo más parecido al plató de El Show de Truman: un lugar perfecto donde criar a tus hijos, lejos de cosas como la marginalidad, mendicidad, bohemia y pobreza. No, no, no. Ahí no cabía nada de eso. Qué asco.
Porque en un hipotético mundo perfecto no me imagino a nadie pensando, sé que debo pensar. Sólo hace falta un foro donde compartir ideas… Ah coño, Internet.