Un mundo feliz
Según algunas fuentes en un futuro existirán robots con una forma semejante a los humanos. Ingeniería electrónica, informática y psicológica embutida en una carcasa de plástico y metal…
Pero lo más curioso es que cada vez la metrosexualidad que nos invade hace que haya más gente que perfectamente pudiera ser un robot, muy evolucionado eso sí, algo como un T-1000 (Terminator 2) o un T-X (Terminator 3). Me refiero a que por fuera son horrorósamente perfectos, la piel tan pulidita, esas cejas tatuadas que parecen hechas con tiralíneas, o ese pelo que parece sacado de un render de Final Fantasy. Hoy en día hay labios de diseño, pechos personalizables e incluso operaciones para que tu vagina adopte la forma de la de la última actriz porno de moda.
¿Qué problema tenemos con las imperfecciones, con la más mínima suciedad? Los urbanitas cada vez nos vemos más rodeados de materiales plásticos y metales pulidos mientras que la naturaleza la conocemos poco más que por la televisión. Hay una foto de Fran Simó que me gusta por mostrar el contraste entre lo que vemos día a día y lo que queramos o no sigue estando ahí. Es la que aparece a la derecha de este párrafo.
Hoy hasta las imperfecciones son perfectas: pantalones “rotos” de fábrica, agujereados en serie. No sé, quizás un mundo en el que todo parezca un hospital no sea tan malo, pero es que a mi las imperfecciones me gustan mucho Como un día dijo una amiga mía: mi mundo es de plástico.