Sábanas de nube
La noche acabó casi al llegar el día y mis párpados ahora divagan entre abrirse o quedarse dando vueltas por los lugares más recónditos de mi cerebro: sueños de luz y luces de ensueño.
Hoy es uno de esos días en los que no harías otra cosa que navegar entre sábanas, sentir que la frescura de unas blancas y limpias te empape y se lleve la resaca que te taladra con cada pensamiento. Y de fondo algo que haga vibrar las membranas de los altavoces, que te llegue hasta lo más profundo. En estos momentos uno, como raramente hace, se empieza a plantear cosas sobre uno mismo, decisiones en la vida; porque no hay momento de más tranquilidad y paz que esta situación.
Sin padres que te marquen un ritmo, habiéndote despertado tras 10 horas de sueño para hacer la comida, comer, y volver a rendirse frente a Morfeo en una siesta que sea continuación de lo reparadoras que fueron las horas en las que vino el Sol para quedarse un rato, esto es lo que hay. Y cuando se vaya, el mundo volverá a ser nuestro… Hasta luego