Locura envasada en un cubo verde
La Tierra gira y a veces el pequeño mundo que he creado a mi alrededor se empeña en girar en sentido contrario. Y me encuentro yo en el medio y no sé que brazo estirar; o también hacerme una bolita, gritar y dejar que sea el azar quien me haga dextrógiro o levógiro.
Me siento animal: no quiero pensar, sólo tumbarme y retozar. Voy a oir música,experimentar con la cocina y comer, dejarme llevar por mis sentidos y por mis instintos más básicos. Lo peor de todo es que, con este calor, todo eso sólo se puede hacer dentro de casa; y poco a poco un sentimiento de aislamiento, de presa dentro de mi propio hogar, me llega a los ojos proveniente de los pies y habiendo pasado por todas las ramificaciones venéreas de mi organismo, pero sólo se ha mojado en la sangre sin oxigenar. Menos mal que cuando caiga el sol bajaré a la calle, compraré cervezas y pipas, y empezaré a planificar la noche con más gente; a ver si así consigo escupirlo todo.
Es que además estoy solo en casa, y de forma inexplicable todo es más raro cuando es así. Tu micromundo se hace aún más pequeño y la música te atonta, la comida te llena y tu casa parece tu casa menos que nunca.
Llegan a mi cabeza imágenes de la película “The Cube”… Puedo salir de este cubo pero habrá otro, y luego otro. Al menos aquí mi cuerpo no corre peligro.