Caminos de humo
Siento que quiero elegir una pared al azar, abrir una puerta y salir corriendo, pero también que no podría dejar de estar aquí acurrucado sin hacer más que pensar y pensar. Tengo miedo a la melancolía, a cambiar de vida y echar esto de menos. Me gustaría juntar todas las vidas que deseo y poder compaginarlas, pero no es posible.
No sé seguir, tengo miedo a aprender el camino de salida; ahora me siento conformista y no sé por qué. Por un lado quiero seguir estudiando, saliendo entre semana, sintiendo lo que he sentido en los últimos tres años; pero por otro lado quiero salir al mundo, crear mi hogar y sentirme menos atado a nada, porque realmente nada me ata ahora mismo, aunque no lo sienta así. ¡Quiero ser bohemio, crear magia en mis manos! A las personas nos llega un momento en que sentimos el instinto el instinto paternal/maternal; pues creo que, aunque ahora me encantaría trabajar de diseñador y programador web, no me ha llegado aún el “instinto trabajador”, si es que se puede denominar así.
Tal vez incluso los sentimientos se pueden ver desde un punto de vista analítico, con sus flechas, sus cuadros, sus diagramas de flujo y las relaciones entre componentes. Quizás la solución sea construir un puente entre los dos mundos que deseas, las dos vidas que anhelas y que quieres ejecutar concurrentemente, y poder así estar siempre que quieras en una o en otra. O aún mejor, sentirte en ambas al mismo tiempo… El problema es que ese puente es un imposible lleno de versos y de ese humo que intentas coger cerrando rápido la mano pero que, al abrirla despacio, ha desaparecido. El “¡jajaja!” nunca tuvo menos sentido.