Perdido entre palabras
Más y más palabras, el mundo se llena de ellas cayendo y rebotando y se te meten en los ojos. Y esas letras sinuosas que te hacen sentirte perdido, o que te iluminan la salida que no buscabas, llenan la realidad por todas partes: delante y detrás, dentro y fuera. Odio verlo todo a través de palabras porque desde pequeños nos han enseñado a expresarnos mediante ellas y que cuantas más sepamos (y menos gente las sepa) más inteligentes parecemos. Ole.
Pues yo reniego de las palabras, al menos durante el día de hoy, o durante este minuto; me da igual. Creo que hay cosas que sólo las pueden hacer sentir los colores y las texturas, los olores y la temperatura; o mejor aún: todas juntas…
Incluso creo que a veces se puede expresar más con una sóla palabra hablada que con un párrafo entero escrito. En un ejercicio que hicimos cuando estudiaba teatro teníamos que expresar un sentimiento, una sensación, mediante números. ¿Cómo? Diciéndolos, modulándolos con un tono de voz; era increible porque no había que pensar: otra de las cosas que aprendemos sin querer de pequeños es a decir números sin ton ni son, uno tras otro. Y a veces para expresarte no hay nada mejor que el no pensar, que soñar. Inténtalo, expresa odio mediante cadenas de números: ¡quinientos cuarenta y siete! ¡nueve! ¡veintitrés! Si lo gritas lo suficientemente fuerte y con mucha mala ostia puedes acojonar a cualquiera, seguro.
¿Y qué pinto yo entre tantas palabras? La vida a veces parece una partida de Go, y que cuando todas las fichas que te rodean son blancas, aunque tú seas negra, no tienes más remedio que volverte blanca. Me refiero a que, rodeado de palabras, no me debe quedar más remedio que convertirme en una ¿Con cuál me definirías?