¿Por qué Son de Mar?
No es cierto, el arte tiene una gran capacidad de llenarte el cuerpo de éxtasis, de provocarte un orgasmo de sensaciones que van desde la boca hasta lo más profundo de los ojos. Sí, el arte es capaz de darte cosas que van desde tí hasta tí mismo… Ahora es la hora de dormir pero he preferido que uno de los mundos que me encanta me rodée… ¿Qué he hecho? Meter el cd de la película de Son de Mar y dejarme llevar. Soy de los que creo que no hay manera más bonita y perfecta de describir algo como decir que sientes ante una de sus instancias, de sus creaciones.
Me apasiona Son de Mar porque, aunque no sea una película perfecta, me llena de emociones… Leonor Watling siempre será una princesa herida, herida no por un accidente o una enfermedad; lleva el dolor en los ojos, de nacimiento, desde la creación del mundo. Y Jordi Mollà llena ese mundo mediterráneo de una salvaje extrañeza, como quien devuelve el sentido a la gente que olvidó sus raices. ¿Por qué digo esto? Jordi Mollà interpreta a un profesor de literatura, que se pierde por la creación griega; la naturaleza dura más que cualquier vida, y Valencia y Grecia siempre estarán unidas por el Mediterráneo.
Una película da para aunar diferentes realidades: la música, la imaginación y la realidad. Ese mundo del oriente español, tan puro, tan iluminadamente gris azulado: en sus gentes y en su paisaje. Leonor siempre me ha cautivado sin saberlo; es de esas personas de las que te enamoras por tu imagen mental sobre ellas. Es de esas personas que catalizan la creación de tu musa. Y no sólo es ella, es la lírica que tiene esa película.
La escena en la que Martina (nombre que suena dos veces a ángel, una con cada acento), mientras desgaja y engulle el zumo de una naranja le dice a Ulises “anoche soñé contigo” tras pensárselo, tragar saliva y sonreir… Tras esa frase él le da una cadena de plata, fuerte y flexible, “es preciosa” dice ella. Él saborea lo que queda de naranja, se miran y cerrando los ojos mucho antes de que se puedan oler el uno al otro, se besan. Se besan frente a las montañas, frente a las nubes y el cielo, frente a la naturaleza de la que ha crecido esa persona tan increible. Porque las personas son increibles por naturaleza. Ella con sus manos de mar y él con su pelo de sombra; adheridos, inmunes al viento, a los atardeceres.
Esa música tan intemporal y tan profunda; sus ojos como golpeados con cada palabra, con cada suspiro, dejando caer esos pechos de nube y de mar en la boca de él…
Y una cosa más: “Martina, he cruzado todos los océanos de este mundo para saber que no puedo vivir sin tí”, mientras ella sufre del alma cuando Sierra la copula.
Al menos para mí el arte no es sólo una manera de conocer a tus amigos, sino de conocerte a ti mismo. Al menos para mí.