Vivir solo
Hoy en día hay un montón de frases hechas, o términos hechos (si es que existe el término) que no se ajustan a lo que representan. “Vivir solo” por ejemplo; dícese de la persona que habita una vivienda en la que no pernocta de forma habitual y consensuada otra persona. En el DRAE por solo encontramos “Dicho de una persona: Sin compañía“.
Vemos diferencias, conozco a gente que vive sola y no deja de tener a gente en su casa; o aunque no sea así no pasa su vida, vivir al fin y al cabo, sin compañía. Vivir sólo es un “state of the art” del proceso de la vida, una fase de creación de uno mismo… Pero no tiene porqué implicar soledad social, sólo que tu espacio vital no lo compartes de igual a igual con otros.
Por otra parte, no me gustaría vivir solo, siempre es bueno tener un compañero de viaje. El otro día, yendo a la biblioteca, me fijé en un hombre mayor que rondaba los setenta e iba paseando a su perro. Comencé la tarea de elucubración, que tanto me gusta: viudo que compra un perro para matar la soledad y se crea una simbiosis, física por un lado y psicológica por ambos, que mantiene a ambos llenos de vida.
Me acordé de los libros de Saramago, esos en los que se lee cómo una persona puede llegar a sentir que un perro es una parte muy importante de su vida. Y es verdad, los perros son unos animales muy especiales, ya sea porque su cara nos parece muy humana o llena de sentimiento o por la tendencia sedentaria que les define. Me encanta cómo describe las relaciones perro-humano Saramago; seguro que él tiene perro, uno marrón y que se deja acariciar la cabeza, uno que se te quede mirando para empaparse de tus ojos y sentirse más tuyo. ¿Ves como me gusta elucubrar?