Cielito lindo que estás en tierra
Hay días que son así como extraños, ¿no? Te planteas cosas que haces y que realmente no te gustan, o sí te gustan pero no quieres admitirlo. Por ejemplo, me encanta ir con los cascos por la calle, con mi música, mi mundo en mis oidos y ausente del resto; pero friamente es algo tristísimo el no oir cómo se restriegan entre ellas las hojas de los árboles en su murmurar, los gritos de los niños, los tacones de la señorona que te acabas de cruzar o incluso el abuelete que, aguantando la puerta, te pregunta si vas a subir en el ascensor… 21 años viviendo aquí y aún no saben que vivo en un primero y nunca cojo el ascensor: desalentador. O quizás lo pregunta por “el qué dirán”.
El mundo, la Tierra, la sociedad, la calle misma es oscura. De vez en cuando todo parece tan artificial, tan de plástico; miro a mi alrededor y no veo más que plástico y energía. Y en un mundo así es dificil sentirse diferente al resto, no demasiado, lo justo. Nadie quiere ser un bicho raro, ¿o sí? Supongo que todo se basa en ser lo suficientemente normal como para que alguien del sexo que te atrae no salga huyendo ante tí pero en tener algo especial como para que te mire a tí más que al resto. Quizás por eso hay tanta gente que apesta a colonia de bebé; ¿síndrome de Peter Pan? Más bien de Michael Jackson pienso yo. Al final todo son hormonas. ¿Cómo eran las hormonas en “Érase una vez el hombre”? Creo que aún no se habían descubierto; si así fuera, ¿tendrían perilla? ¿o quizás la nariz roja? Un misterio más para mi entrada “misterios” en la PDA.
Creo que seguiré creyendo en que el amor más fuerte que puede surgir es entre dos bichos raros como tú o como yo, por decir algo, o no. Pero lo que sí es verdad es que el estar todo el día preocupado por cómo se te ve desde fuera es agobiante, casi más que las noches de julio en Madrid me atrevo a decir. Lo más bonito sería que alguien realmente creyera en tí y en tu rareza, que le gustara que, además de ser diferente, estás orgulloso de ello; en parte porque esa persona está orgullosa de tí. Tal y como eres. Repito. Tal y como eres. ¿Repito? No gracias, que engordo.
Todo es un equilibrio entre sentirse especial y no perderse el mundo. No me refiero a no encontrar tu lugar ni nada de eso sino a, simplemente, perderte lo que sucede a tu alrededor a lo largo de tu vida. Es como cuando dicen que tienes que disfrutar de los hijos, que no puedes perderte esos mejores años, que luego no querrán estar contigo. Pues eso, el problema es que quizás llegue un día en el que ni tu mismo quieras estar dentro de tí. Y no lo digo por tí, por si te sientes aludido, sino por mí; no te enojes.