Aire de cambio
Las noches y los días, el sueño y la vigilia… Todo esto parece un ciclo sin fin que, con elementos a baja frecuencia, nos va atontando más y más.
Supongo que de aquí a dos o tres años mi vida cambiará; pero los cambios, ya sean rápidos o paulatinos, siempre se convierten en una monotonía. Tendemos hacia el inmovilismo y tengo miedo de verme sumido en un trabajo que me ahogue, que no me arrebate mis sueños de cada día, cada día distintos. Quizás cuando eres niño cada día aprendes algo nuevo, todo va cambiando y el mundo ofrece a tus sentidos un atardecer distinto cada día…
¿Qué es entonces el síndrome de Peter Pan? ¿No querer crecer o no querer dejar de aprender, de experimentar cada día cosas distintas? Eso es a lo que tengo miedo, a que el mundo no me queden más que los elementos de frecuencia 1/24 horas, 1/7 días y 1/365 días… Quiero que mis ciclos cambien, mueran y se renueven; quiero encontrarme tan pronto un día a las 11 de la mañana en una oficina como otro a las 3 de la madrugada en un ático perdido en el tejido urbano con alguien especial y con una luna en cada uno de mis ojos.
Por todo esto me encanta esta estrofa del “Walking Around” de Neruda:
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
Realmente no quiero eso…