Radio y Agobio
Acabo de llegar de la radio. Sí, hoy también fui a No Somos Nadie. Me ha hecho mucha gracia madrugar en vez de ir de empalmada, así he visto cómo son las cosas a la hora que estoy por ahi de fiesta… Pero sin sueño ni alcohol en sangre.
Una de las cosas que más me ha gustado, como la otra vez, ha sido ver a Iñaki Gabilondo que hoy incluso me ha saludado con la mano (rollo histérico llevo encima…). Nos hemos propuesto ir a No Somos Nadie una o dos veces al mes. Son una gente muy simpática y, al menos yo, me siento muy bien allí.
Pues bien, hace unos minutos, al entrar en el aula de informática de la uni, se me ha venido el mundo abajo. Vuelta a la realidad señores, la radio, el ocio y la fama es sólo para los demás. Supongo que es como pasar de ser muy rico a ser muy pobre.
Ahora toca seguir programando en los ratitos libres que tenga, seguir haciendo memorias en un Word que se cuelga cada dos por tres… Vale que pueda sonar muy quejicoso, pero estoy un poco harto de tener las 24 horas en la cabeza las cosas de la universidad: que si tal clase no está bien diseñada, que si tal protocolo funciona de una u otra forma, que si la lluvia afecta a un radioenlace… A punto de explotar a veces… Y todo para llegar a casa a la hora de cenar, hacerlo, y coger el portátil para trabajar hasta las 2 de la mañana…
No me gusta quejarme de este tipo de cosas porque sé que hay muchísima gente que está peor. Pero a veces uno necesita expresar sus penas, incluso sentirse mal viene bien de vez en cuando. Y éste es uno de esos momentos.
Voy a seguir rememorando (esto es, hacer memorias) y a ver si la fiabilidad de este ordenador supera la media hora sin colgarse y puedo terminar la memoria sobre administración de discos bajo FreeBSD.
Un beso a quien lea esto. Esta noche espero escribir algo más alegre.