Un individualista en otoño

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Es curioso cómo cada vez somos más individualistas, es triste que, de seguir así las cosas, podremos cruzar Madrid entero sin que nuestro pasó humedezca las neuronas de nadie, sin que los ojos de nadie se fijen en nosotros, sin que nadie imagine algo sobre nosotros, sin que nadie haya sido testigo de nuestro paso… Es triste.

Acabo de llegar de ver Cabaret en el teatro; me ha gustado mucho ya que hacía tiempo que no disfrutaba de música en directo, sin contar el añadido de la escenografía, el baile, y el sentimiento que transmitían los actores y los músicos… Es una pasada el saber que ahí a 10 ó 15 metros hay gente haciéndo lo que saben lo mejor que pueden y (eso espero) disfrutando. En estos tiempos de audiovisuales teletransmitidos parece que esas cosas ya no tienen lugar pero si ocupas lugar en un asiento y estás receptivo experimentas algo que no encuentras en ninguna otra parte.

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El viernes (joe, si que llevo tiempo sin escribir) volviendo a casa empezó a sonar dentro de mi una música preciosa, única, de esas que te emocionan, era parecido a la música clásica… Tras un rato me paré para ver de dónde venía y lo único que escuché tras pararme fue un motor lejano… Llegué a la conclusión de que esa música la había generado yo a partir del sonido “rítmico” de aquello… Increíble. Me di cuenta del potencial que tenemos dentro de nuestras cabezas y, aunque lo usamos todos los días, no nos damos cuenta o no somos conscientes de ello.

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Mañana tengo que madrugar un huevo, tengo 2 horitas de mates a las 8:30 y la última clase la tengo de 17:30 a 21:30, telita… Pero bueno, en las horas muertas que tengo por ahi espero ir al Reina a empezar mis prácticas ya que me estoy empezando a agobiar… Aunque como dije ayer a la hermana de Vane, en mi diario prefiero hablar de las cosas que se cruzan de oreja a oreja (osea por el complejo neuronal) a contar mi vida.

Hoy yendo hacia el Metro para ir al teatro me di cuenta de que el otoño ya había llegado, vale ya lo sabía, pero no me había dado tanta cuenta como hasta hoy… Pense en lo bonito que sería pasear con mi niña por Madrid, por las calles, mirando a la gente, hablando de los edificios, las esperanzas, las luces, las imágenes; y paso a paso crear camino tras nosotros… Para que llegue algún día otro otoño.